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La Morocha: El primer tango en el mundo

viernes, 10 de septiembre de 2010

El tango fue marcando su propio camino más allá de las fronteras argentinas, muchas veces, por los caminos más insospechados. Y es el caso de La Morocha el que se convirtió en el ejemplo emblemático y, posiblemente, fuera el primer tango que llegó a Europa y el Japón.

Pero para comenzar esta crónica es conveniente recordar a su creador, Enrique Saborido. Este uruguayo que había nacido en Montevideo en 1885, y a pesar de desempeñarse como pianista, bailarín se destacó más como compositor. Y sus obras quedan como testigo de esta actividad: La Morocha, Felicia, El Pochocho, Don Paco, Fierro Viejo, Caras y Caretas y El Señor Leiva.

A los dos años de vida sus padres lo trasladaron a Buenos Aires. Sus primeros acercamientos a la música los hizo como violinista y luego como pianista de distintos conjuntos criollos y en 1902 se presentó en lo de Hansen (mítico lugar donde aún se discute si se bailaba o no allí el tango) con un trío. Años después llegarían los tiempos de solista. Para 1918 instaló una academia de baile en la calle Cerrito y en 1912 junto a Carlos C. V. Flores (el autor de La Cautiva, Melenita de Oro, Sólo se Quiere una Vez) instaló una academia de tango en París y no conforme con ella cruzó el canal de La Mancha e inauguró otra en Londres.

Ahora comenzamos esta nota haciendo referencia al tango La Morocha y su condición de primer tango que llega al resto del mundo.

Posiblemente, y si las crónicas son ciertas, y el relato de Héctor y Luis Bates en su Historia del Tango, fue en uno de los primeros viajes de instrucción de la fragata Sarmiento en la que partieron unas mil partituras del tema compuesto por Saborido.

Y ¿quién es la morocha? y otra ves tenemos que hacerle caso a las crónicas, los recuerdos y, sobre todo, a un reportaje publicado en Caras y Caretas de 1928 donde el propio Saborido cuenta la historia y que podemos resumir de la siguiente manera: Todo comenzó en el bar Reconquista al que Saborido concurría con bastante frecuencia. Allí actuaba, por ese tiempo una hermosa bailarina uruguaya de nombre Lola Candales. Poco tardaron los concurrentes en darse cuenta del interés que despertaba esta mujer en Saborido al punto que una noche lo desafiaron a escribir un tango dedicado a ella. Saborido sintió que tocaban su amor propio y aceptó el reto. Esa misma noche, y según el relato de Saborido, compuso la melodía. Ya al alba buscó (y despertó) al compositor Angel Villoldo para que le pusiera letra. Y aquí hay que recurrir a la leyenda para completar el relato: La Morocha fue estrenado en el Ronchetti por la misma Lola Candales, y con tanto éxito que tuvo que repetirlo ocho veces.

Y estamos nuevamente en la cubierta de la Sarmiento a punto de partir hacia su viaje de instrucción llevando en su panza las mil partituras de este tango que aún guardaba mucho de zarzuela y habanera.

Volviendo al relato de Héctor y Luis Bates entre la navidad de 1905 y los primeros meses de 1906 se produce en el mundo el estreno de La Morocha, cuyas partituras habrían sido entregadas por el propio Saborido a algunos integrantes de la tripulación.

Fue necesario la intervención del investigador Yoyi Kanematz para terminar de reconstruir esta historia en la que todo es posible. Según su conclusión, las partituras llegaron en 1906 a Corea, Japón y Australia. Y para el año siguiente se tocó en los puertos estadounidenses y europeos en el siguiente viaje de la fragata.

Entre los documentos que presentó Kanematz para confirmar su historia se encuentra una noticia publicada en un diario japonés que da cuenta de la llegada de la fragata y donde se relata una recepción oficial a la tripulación, el 25 de julio de 1906, en el Oriental Hotel de Yokohama. Esa recepción fue amenizada por la banda musical de la Sarmiento y nada nos impide sospechar que esa noche haya sonado en suelo japonés La Morocha.

Ahora, si quisiéramos convertirnos en refutadores de leyendas, podríamos citar lo que José Gobello dice en su Breve Historia Crítica del Tango, donde otras son las situaciones y las motivaciones. Según Gobello fue, efectivamente Saborido, quien le pidió a Angel Villoldo (autor de El Choclo) que le pusiera letra a una composición suya que en realidad era Metele Fierro Hasta el Fondo y no aquel tema supuestamente inspirado en la belleza de la bailarina uruguaya. Villoldo acepta el desafío y escribe los versos de La Morocha, pero, otra vez la refutación, encontrando inspiración en un poema del uruguayo Orosmán Moratorio, La Flor del Monte, del año 1893. El poeta había escrito "yo soy la dulce trigueña, la de los ardientes ojos" y Villoldo lo tradujo en "Yo soy la morocha, de mirar ardiente". Un último dato, algunas biografías de Villoldo sostienen que en ese viaje de la Sarmiento también partieron partituras de El Choclo, pero sin el consentimiento de la oficialidad, así que digamos, fue de contrabando.

Sea cual fuere el origen de La Morocha, lo cierto es que fue quedando en cada puerto, conquistando el corazón de los pianistas convirtiéndose en el primer embajador itinerante del tango.

Al recordar otro aniversario de la muerte de Enrique Saborido, ocurrida un 19 de septiembre de 1941, es justo también homenajear a su tango más famoso, tal vez, y sin quererlo, una definición de la mujer de nuestra tierra, La Morocha.... la Morocha Argentina.
Carlos Hugo Burgstaller

LA MOROCHA
Tango - 1905

Yo soy la morocha,
la más agraciada,
la más renombrada
de esta población.
Soy la que al paisano
muy de madrugada
brinda un cimarrón.

Yo, con dulce acento,
junto a mi ranchito,
canto un estilito
con tierna pasión,
mientras que mi dueño
sale al trotecito
en su redomón.

Soy la morocha argentina,
la que no siente pesares
y alegre pasa la vida
con sus cantares.
Soy la gentil compañera
del noble gaucho porteño,
la que conserva el cariño
para su dueño.

Yo soy la morocha
de mirar ardiente,
la que en su alma siente
el fuego de amor.
Soy la que al criollito
más noble y valiente
ama con ardor.

En mi amado rancho,
bajo la enramada,
en noche plateada,
con dulce emoción,
le canto al pampero,
a mi patria amada
y a mi fiel amor.

Soy la morocha argentina
la que no siente pesares
y alegre pasa la vida
con sus cantares.
Soy la gentil compañera
del noble gaucho porteño,
la que conserva el cariño
para su dueño.

Música: Enrique Saborido
Letra: Angel Villoldo

La Morocha es una suerte de cuplé criollo que, según se dice, cantó la cupletista uruguaya Lola Candales, el 25 de diciembre de 1905 en el bar Ronchetti.

Letras de Tangos - Edición Nuevo Siglo - José Gobello - Buenos Aires 1997
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