-->
News Update :

VERONICA Y OMAR

Noches de Luna y Misterio

Leer más

LA MOVIDA TANGUERA

"Centro Cultural Rosario"

Leer más

ROLO Y MARÍA HERMINIA

"Como viejos conocidos"

Leer más
Mostrando entradas con la etiqueta Guardia Vieja. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Guardia Vieja. Mostrar todas las entradas

Héctor Palacios

sábado, 18 de mayo de 2013


Cantor, autor y compositor (20 de marzo de 1909 - 8 de abril de 1987) Nombre completo: Héctor Eloy Eguía Palacios


En 1937, en un plebiscito organizado por el diario La República, Palacios fue elegido como el “Sucesor de Carlos Gardel”. Unos 39.473 votos lo impusieron en ese puesto, a bastante distancia del segundo lugar (Agustín Magaldi, con 26.233 votos) y de los demás elegidos (Ignacio Corsini, Charlo, Alberto Vila, Alberto Gómez, Oscar Alonso). 

Quince años más tarde, en un reportaje el cantor recordaba el episodio aclarando que jamás se le había ocurrido ponerse a la altura del Zorzal, a quien por técnica y sentimiento consideraba inalcanzable. Héctor Eloy Eguía Palacios —tal su nombre completo, pronto y sabiamente sincopado en Héctor Palacios— nació en Rosario, provincia de Santa Fe. Desde el principio tuvo un aliciente que a muchos artistas les ha sido negado: su familia ya incluía varios músicos y el padre, Pedro Manuel Eguía, alentaba especialmente las aptitudes del pequeño Héctor, al punto de propiciar su debut cuando éste contaba sólo con once años. 

Breve es el recuerdo que se perpetúa de esta presentación, que fue en el Royal Park de Rosario, así como también de borrosos resultan hoy su primera inclusión en una obra teatral (en algunas funciones locales de “Cuando un pobre se divierte”, de Alberto Vaccarezza, por la compañía de Eduardo Ricart) y su acceso a la radiotelefonía, allá por 1923 en LT3 Radio Sociedad Rural de Cerealistas. Más firme resulta su imagen a los catorce años, cantando junto a Magaldi. 

No hay datos precisos sobre un probable paso anterior como integrante de la troupe Volpi-Galdi, a la que pertenecía Agustín (en realidad, y como bien ha señalado Irene Amuchástegui en su libro Agustín Magaldi, la biografía [Buenos Aires, 1998; Aguilar. Pág. 29], la información sobre la propia actividad de Magaldi en este período es escasa o contradictoria); pero sí se sabe, gracias al mismo Palacios, que don Eguía asoció de alguna forma a los dos jóvenes. 

No cantaban a dúo, sino cada uno por su cuenta y con su propio repertorio, anunciándose como “el tenor melodista Magaldi y el precoz guitarrista y cantor Héctor Eguía Palacios (Hectorcito)” (v. reportaje de Héctor Bates en revista Antena, 27 de abril de 1935). Tras recorrer varios pueblos de la provincia de Santa Fe, con la sola retribución de unas rifas que organizaban previas al acto, esta aventura se dio por concluida; por ello, son totalmente inexactas las noticias de un dúo Magaldi-Palacios y esa creencia, muy difundida entre los magaldianos, que salieron juntos a probar su suerte en la ciudad de Buenos Aires. Por el contrario, Palacios lo haría después que Magaldi. 

Luego de su precoz paso por LT3, dejó de cantar por dos años; mas decidió retomar e hizo algunos viajes de Rosario a la capital, hasta que en 1930 llega a cantar en emisoras porteñas: en LR5 (primero Radio Brusa y luego Radio Excelsior), después en LR7 Radio Buenos Aires, y al fin nuevamente en LR5. Con este reconocimiento se afianza definitivamente en Buenos Aires y comienza a cantar regularmente en el Teatro París, obteniendo hasta seiscientos pesos mensuales. 

Después de una temporada de dos años, pasa a LR9 Radio Fénix. Su interesante registro de tenor, con un vibrato natural de excelente rendimiento en las notas graves y dentro de un estilo de interpretación muy propio —original, aunque imitado a continuación por otros cantores solistas surgidos en los años treinta—, lo proyecta pronto como un interesante “cantor nacional” capaz de fluctuar con solvencia entre la música ciudadana y la rural, aunque decididamente volcado hacia el tango. Comienza para él una fabulosa escalada de éxitos, con presentaciones constantes en salas de Buenos Aires y Montevideo. 

Otras ondas que lo propalan a lo largo de esta década son las de LP6 Radio Casa América, LS6 Radio del Pueblo, LS2 Radio Prieto y LS8 Radio Stentor. De 1933 data la anécdota de haber compartido escenario con Carlos Gardel y más de treinta primeras figuras de la música y el teatro, cuando el 7 de abril participó de un festival artístico en el Teatro San Martín a beneficio de los deportistas Raúl Riganti y Antonio Gaudino, que debían participar en las 500 Millas de Indianápolis. 

Con lo recaudado pudo costearse el viaje y la estadía de estos corredores. El evento fue transmitido en cadena por cuatro radios, algo fuera de lo común en esa época. En marzo de 1936 la compañía Victor lo incorpora a su catálogo y así graba su primer disco, el Nº 37.905, conteniendo dos temas propios: en el lado A, el tango “A mi madrecita” (matriz 93.122 toma 1); y en el lado B, el vals “Qué tienen tus ojos” (matriz 93.123 toma 1). 

Ese año le seguirán dos discos más, con los títulos “La canción del estudiante” (marcha), “En el lazo” (gato polkeado), “Mano a mano” (tango) y “Álzame en tus brazos” (vals), en los que alternará el acompañamiento de guitarras con una orquesta. Simultáneamente a sus grabaciones como solista, interviene como chansonnier de la Orquesta Típica Victor, dejando dentro de ese mismo 1936 otros tres registros.

Pasa luego al sello Odeon, grabando a partir de 1937 varios temas, incluyendo su gran éxito como intérprete: el tango “Remembranza”, de Melfi y Battistella. Por entonces ya se ha consolidado tanto en la radio (por ejemplo, en las memorables audiciones con locución de Jaime Font Saravia, bajo auspicios de “Waterman Hats”), que se abren para él las puertas de la cinematografía, apareciendo en “El casamiento de Chichilo” (dir.: Isidoro Novarro, 1938). Los años cuarenta lo encuentran muy activo. 

Con el acompañamiento de las guitarras de los hermanos Julián canta por LR2 Radio Argentina; va y viene entre las dos orillas del Plata; hace extensas giras por el interior de la República; en enero de 1940 se reincorpora al sello Victor (grabando regularmente hasta abril de 1942); y protagoniza una nueva película: se trata de “El cantor de Buenos Aires” (dir.: Julio Irigoyen, 1940), título que de allí en más se convertirá en un nombre antonomástico para el propio Palacios.

Llega a integrar el elenco de las emisoras más destacadas del momento, a la vez que filma “El cantar de mis penas” (película no estrenada comercialmente; dir.: Julio Irigoyen, 1941); “Un muchacho de Buenos Aires” (dir.: Julio Irigoyen, 1944); “El alma en un tango” (dir.: Julio Irigoyen, 1945); y “A La Habana me voy” (dir.: Luis Bayón Herrera, 1950). 

En México rueda “Se acabaron las mujeres” (dir.: Ramón Peón, 1946), junto a Vicente Padula. En este film, Palacios aparece luciendo un frac que había pertenecido a Gardel. Aunque los estudios de grabación no lo convocaban desde 1942, a comienzos de los años cincuenta Palacios era una figura mucho más presente de lo que puede sospecharse. Tras una gira de dos años por los países de América (prolongando un periplo que, en realidad, estaba previsto para dos meses), tomó un descanso y esa momentánea inactividad dio origen a cualquier clase de rumores: que había decidido alejarse de la vida artística, que iba a dedicarse sólo a la enseñanza... 

Apenas si eran unas vacaciones, pero el público lo requería permanentemente. Así, al promediar esta década puede oírselo por diversas radios porteñas, bajo contratos permanentes, a la vez que aparece como primera figura en los “números vivos” de las mejores salas cinematográficas. Recuérdese que a partir de mayo 1954 el “número vivo” se hizo obligatorio para cualquier sala que tuviera más de ochocientas localidades. Y si bien no todos los espectadores aprobaban la medida —saliendo del Centro, la mayoría de las funciones eran de baja calidad y solían terminar con abucheos—, Palacios sería su gran defensor al ver que generaba una importante fuente de trabajo en el gremio.

En 1955 fue llamado nuevamente por discos Victor para dejar cuatro temas (dos con guitarras y dos con sexteto típico). El primero fue la milonga “Muchas gracias mendocino”, un homenaje al boxeador Pascualito Pérez, quien meses antes se convirtiera en el primer argentino ganador de un campeonato mundial en la categoría mosca. Completaron aquella serie el tango “Yo protesto”, la canción “Pájaro chogüí” y una nueva versión de su viejo éxito: “Remembranza”. 

Tras un nuevo viaje por América Latina, cosechando un impresionante triunfo en Cuba, volvió a Buenos Aires y poco a poco fue retirándose de la vida artística, aunque llegaría a efectuar varias grabaciones más y sería convocado de tanto en tanto por programas de televisión. Como autor dejó su primera composición a los once años: un tango titulado “El negro Flores”, con letra de su padre; Palacios lo estrenó en aquella función de “Cuando un pobre se divierte” que se mencionó al principio.

A esta obra inaugural siguieron piezas muy logradas como “A mi madrecita”, tango con letra y música propias, en homenaje a su madre —Amalia Palacios— que el cantor perdiera a los diez años; “Qué tienen tus ojos”, vals en colaboración con F. Collia; “Viejo portón”, con Máximo Orsi; “Hacé bulín”, con Manuel Sabino; “Ya sé que siguen hablando”, con Iván Diez; “Se fue Gardel”, con Andrés Rubio; “En nombre de Dios”, con Nolo Gildo y Beguel; “D’Arienzo vos sos el Rey”, con Amleto A. Villa; y otras como “Viejo mío”, “¿Sabés por qué?”, “Comprendo que hice”, “Sangre del suburbio” y varias más. 

Héctor Palacios falleció en la ciudad de Buenos Aires. Quienes lo conocieron de cerca contaron que hasta sus últimos días mantuvo una afición que le venía desde muy antiguo: criaba pájaros, pero sin jaula. Tenía la habilidad de educarlos, y a la vez la grandeza de mantenerlos libres. Así había sido su propia vida de cantor.

Nelly Omar

martes, 3 de agosto de 2010


Cancionista
Nombre verdadero: Nilda Elvira Vattuone
(10 de septiembre de 1911)
Su dicción, su fraseo, su perfección técnica, su buen gusto, en resumen, su calidad interpretativa hacen de Nelly Omar una cantante ejemplar y paradigmática, que hoy con sus más de noventa años, nos sigue deleitando con su voz aún fresca.

Nació en la ciudad de Guaminí, al oeste de la provincia de Buenos Aires, zona agrícola y ganadera de grandes estancias. Justamente, en una de ellas "La atrevida", trabajaba su padre como capataz, Don Marcos Vattuone.

Heredó el oficio de cantante de su propio padre, que era guitarrero. Tuvo muchos hermanos, pero solo dos mujeres siguieron sus pasos: Elena, llamada Gory, que con el tiempo fue la mujer del poeta Julián Centeya y Nélida.

La propia Nelly me contó que su padre era conocido de Carlos Gardel y, que en varias oportunidades, cuando visitaba la ciudad de Buenos Aires, fueron juntos al Hipódromo.

«Cuando en 1918 Gardel se apareció por el pueblo, junto a José Razzano, mi padre y otros vecinos se pusieron a vender entradas y organizaron la presentación del dúo. El teatro se llenó. Luego pasaron por mi casa. Con mis hermanos observábamos todo a través de una ventana. Mi padre, como buen italiano de entonces, no nos dejaba mezclarnos con los mayores. Me quedó grabada su imagen. Gardel gordo y peinado con raya al medio.»

El año 1924 encuentra a Nelly en Buenos Aires. Se presenta a realizar una prueba para completar elenco, ante el conjunto nativista "Cenizas del fogón", y es aceptada de inmediato. El conjunto actúa en Radio Rivadavia, y además de cantar, nuestra muchacha tiene breves participaciones como actriz.



En los años 1932 y 1933, en la misma emisora y en otras radios que ocupaban el mismo edificio (Radio Mayo y Splendid), se presenta junto a su hermana Nélida para cantar a dúo. "Hacíamos temas camperos, ritmos de la provincia de Buenos Aires: milongas, estilos, canciones. Los tangos los hacía yo sola."

Como hecho curioso podemos destacar que las muchachas cambiaron sus nombres, nuestra Nilda pasó a ser Nélida, más precisamente Nelly y Nélida, tomó el Nilda de su hermana.

Poco tiempo después se integró a otro conjunto de parecidas características: "Cuadros argentinos". Un radioteatro de Radio Stentor que, luego de finalizado, se presentaba en diversos escenarios de barrios y ciudades del interior.

"Este grupo tenía la dirección de los hermanos Julio y Alfredo Navarrine, y también de Antonio Molina, con quien me casé en 1935, y fue una desgracia. Estuve casada ocho años y debí separarme a los dos meses, pero el cariño por mi suegra, una segunda madre para mi, me lo impidió."

El entonces famoso actor teatral Enrique De Rosas opinó: "Es la voz diferente."

Sus actuaciones prosiguen y su popularidad se refleja en 1937, cuando un gran plebiscito radiotelefónico de la Revista Caras y Caretas la reconoce como la primera entre las cancionistas.

En 1938, con motivo de presentarse en un cine de la localidad de Valentín Alsina, el locutor tiene el pésimo gusto de apodarla "La Gardel con polleras", y a través del tiempo y hasta el presente, la falta de imaginación y la tilinguería de los presentadores, sigue repitiendo este poco feliz mote.

Es el momento de esplendor de nuestra artista, que se presenta en las principales radios, acompañada por las figuras del momento. Tales los casos de Libertad Lamarque y Agustín Magaldi, entre otros. Las ideas y los libretos de sus programas son hechos por Enrique Cadícamo y Homero Manzi, con quien inicia una relación amorosa que se mantiene por varios años.

Se dice que el tango "Ninguna" tiene su letra inspirada en ella, posiblemente Manzi le haya dedicado algún otro pero de ninguna manera "Malena" que lo escribió inspirado en Malena de Toledo, una cantante argentina que conoció en San Pablo, Brasil, cuando regresaba a Buenos Aires de un viaje a México.

No llegó a grabar en la medida de su éxito y de su calidad, algo habitual para las voces femeninas, no atractivas para las compañías grabadoras.

Llega al disco, en el sello Odeón, por mediación de Francisco Canaro en el año 1946. Deja registrados diez temas: el 28 de enero, "Adiós pampa mía" y "Canción desesperada"; el 8 de octubre: "El Morocho y el Oriental (Gardel-Razzano)" y "Rosas de otoño"; el 26 de marzo del año siguiente: "Sentimiento gaucho" y "Sus ojos se cerraron"; el 28 de mayo: "Déjame no quiero verte nunca más" y "La canción de Buenos Aires"; y finalmente, el 22 de octubre sus dos éxitos espectaculares: "Desde el alma" y "Nobleza de arrabal", este último con letra de Homero Manzi.

En el cine actuó en dos películas de segundo orden, la primera de 1940 "Canto de amor", dirigida por Julio Irigoyen, donde también actúa el cantor Carlos Viván. La otra película es "Melodías de América", estrenada en enero de 1942 y dirigida por Eduardo Morera, el responsable de los cortos de Gardel, allí canta "El aguacero" de Cátulo Castillo y José González Castillo.

En ese mismo año, la Sociedad de Autores y Compositores le rinde un homenaje en el local nocturno "Novelty", le entregan una medalla y la rebautizan "La voz dramática del tango".

Hablando de su carrera, Nelly nos confiesa que no le gusta pedir, "andar golpeando puertas. Me sentiría muy mal si supiera que estoy cantando de favor. Una sola vez en mi vida alguien intercedió para que se me permitiera actuar en Radio Splendid. Fue Evita, y no porque yo se lo pidiera. Ella no entendía como no me concedían un espacio. Le gustaba como cantaba y mucho más que cantara las cosas nuestras. Retribuí ese gesto grabando la milonga "La descamisada" y la marcha "Es el pueblo"."

Durante el tiempo restante del gobierno peronista, Nelly Omar actuó en las grandes fiestas populares que organizaba el gobierno. «Yo nunca fui política, participaba porque era peronista, de Perón y Evita.»

Cuando llegó el golpe de Estado denominado "Revolución Libertadora" que derrocó al General Perón en 1955, todos los artistas que apoyaron al gobierno destituído vieron anuladas sus posibilidades de trabajo, entre ellas Nelly Omar quien estuvo silenciada casi hasta nuestros días.

En esos difíciles tiempos rumbea hacia el Uruguay y luego para Venezuela. En 1966 se presenta fugazmente en televisión y recién a fines de los años '70 y principios de los '80 graba con los guitarristas Roberto Grela, José Canet y luego con la orquesta de Alberto Di Paulo.

En diciembre de 1997, con 86 años de edad y con una voz diáfana e increíblemente joven, con la dignidad de los grandes, graba un compacto incluyendo algunos estrenos donde se destacan "Comme il faut" de Arolas, con letra de Gabriel Clausi y otros dos, con letras de quien fuera su último compañero en la vida, Héctor Oviedo: "La piel de vivir" y "Por la luz que me alumbra", la acompañan las guitarras de Bartolomé Palermo y Paco Peñalba.

Libertad Lamarque

lunes, 26 de julio de 2010

Cancionista y actriz.
(24 de noviembre de 1908 - 12 de diciembre 2000)
Pequeña de estatura, aunque de físico robusto y figura atrayente, delicada sonrisa y expresividad en la mirada.Timbre de voz agudo, incluso para su registro de soprano, quizás no apropiado para el tango, supera esa aparente dificultad con un enorme caudal de su voz, el fuerte temperamento que le imprimía y una emotividad permanente sumado a una perfecta afinación para decir la letra y acompañar la melodía.

En la primera parte de su vida una serie de hechos significativos se sucedieron vertiginosamente, como para pensar que un sino trágico la acechaba.

Nació en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, el 24 de noviembre de 1908 y a los dieciocho años ya había debutado profesionalmente en el teatro, en la radio, grabado su primer disco, se había casado y tenido a su única hija y estaba a punto de separarse de su marido. Pero luego, y hasta el día de hoy, su vida se caracterizaría por el permanente trabajo y una serie interminable de éxitos.

Su padre Gaudencio Lamarque, hijo de franceses se casó con una viuda con seis hijos, de esa unión nació Libertad. En la casa se escuchaba música, se leía, circulaban ideas políticas y tendencias artísticas. Siendo aún niña, y junto a sus hermanos, ya participa en compañías filodramáticas, ya que su padre, de convicciones anarquistas, no deja de expresar sus ideas a través de pequeñas obras teatrales que representan entusiastas activistas gremiales.

La niña Libertad comenzó a experimentar el hecho de ser reconocida y halagada por la gente, pues en años sucesivos para los bailes de carnaval, fue premiada por sus disfraces, en los que intervenían su padre como hojalatero y su madre para adornar las invenciones de su esposo.

Participó en giras recorriendo ciudades cercanas y muchas veces cantaba en sus actuaciones. El aplauso obtenido la llevó a memorizar canciones de moda y devino en cancionista de esas representaciones.

Ya en 1926 sus padres están de acuerdo en que debe tentar suerte en Buenos Aires. No sólo la acompañan sino que el comercio de hojalatería es trasladado también. Se mudan a Buenos Aires instalándose en la calle Paraná 258.

Llevan una carta de presentación de un periodista rosarino para el dueño del famoso teatro Nacional, don Pascual Carcavallo. Siendo ya una muchacha, la pequeña y simpática figura de Libertad fue aceptada para el coro y algún pequeño papelito. Obtuvo trabajo por un año y 300 pesos mensuales de sueldo.

El trabajo fue continuo, hasta que en 1926 debutó en una obra del género chico –sainete- integrando un trío vocal con las actrices Olinda Bozán y Antonia Volpe, siendo acompañados por Rafael Iriarte con su guitarra. La obra era "La muchacha de Montmartre" de José Saldías.

Su primera interpretación cantando fue "Tanita de la proa", vestida de marinero junto a la actriz cómica Olinda Bozán (que grabara algunos temas acompañada por Francisco Canaro). El "patrón" se sorprendió al escucharla y le propuso aparecer en el "fin de fiesta" cantando el tango "Mocosita", que a la semana fue reemplazado por "Tatuaje" y luego por "Pato", "La cumparsita", "Langosta", "El ciruja".

Poco más de dos meses habían pasado y debuta en radio Prieto y enseguida sello Víctor la contrata a 150 pesos por disco, por lo menos debe grabar uno por mes y en treinta días le aumentan a 300 pesos. Su primer disco, el 26 de septiembre de 1926, un estilo “Gaucho sol” (de Santiago Rocca y Atilio Supparo) y una tonada “Chilenito”(de Agustín Irusta). Las grabaciones se suceden ininterrumpidamente, sólo hay un intervalo entre 1934 y 1936.

En esa época se casó con un apuntador del teatro, Emilio Romero, con quien tuvo una hija que nació en 1928. Muy pronto comprende el error de esta unión y tardaría doce años en concretar el divorcio, no legalizado entonces, formando nueva y definitiva unión con el pianista Alfredo Malerba.

En 1929 interviene en un sainete de Alberto Vaccarezza, "El conventillo de la Paloma", que tiene un éxito notable. Interpretaba el papel de una muchacha a la que llaman "Doce pesos". El citado "conventillo" (así se llamaban las amplias casas de inquilinato con numerosas habitaciones separadas por varios patios, donde convivían personas de distinto origen, en especial inmigrantes de distintas partes de Europa) existió realmente en el barrio porteño de Villa Crespo.

Cuando tras dos años de representación, al cumplirse sus 1000 presencias, se retira del elenco para no malograr su carrera de cancionista. Entonces emprende una larga gira por diversas provincias del país y la vecina república del Paraguay. La acompañan tres guitarristas: Gregorio Rivero, Ángel Las Heras y Nicolás Ferrari.

Sus grabaciones son un éxitos y sus discos están en todas partes.
Participa de un concurso de cancionistas en un festival realizado en el Teatro Colón cantando los tangos "La cumparsita" y "Taconeando" (de Pedro Maffia y Horacio Staffolani), obtiene el primer premio y es nombrada la "Reina del Tango". El segundo premio lo logra Rosita Montemar (la primera en registrar el tango "Recuerdo", de Pugliese y Eduardo Moreno) y el tercer puesto fue para Fedora Cabral.

Ya era la primera figura femenina del tango.
En 1933 forma parte del elenco de "Tango", que es considerada la primera película sonora argentina. Aunque su debut en el cine se produjo en 1929 en un mediometraje nunca estrenado donde interpreta el tango "Caminito". El título del frustrado film fue "Adiós Argentina" y que dirigió sólo en un día, el italiano Mario Parpagnoli.

El año 1935 presenta momentos difíciles en la vida de para Libertad. Primero un supuesto intento de suicidio, estando de gira en Chile, donde se habría arrojado por la ventana de su hotel y un toldo detendría su caída. Luego su marido "rapta" a su hija y se traslada con ella a la vecina república del Uruguay. Libertad, a través de un operativo comando, ayudada y acompañada por varios amigos (su nueva pareja Alfredo Malerba, el músico Héctor María Artola y otros) y un abogado, marchan hacia Montevideo con el fin de recuperar a su hija. Finalmente consigue la restitución y su vida continúa ya sin tales sobresaltos.

Continua su exitosa actividad artística actuando en importantes obras musicales, como por ejemplo "Tres valses", una adaptación de la opereta de Strauss (en el elenco figura la cancionista Choly Mur, hija de Tania, fallecida muy joven en Chile).

Se destaca también en el cine, por cada película cobra la inusual cifra, para entonces, de 95000 pesos. Más de veinte películas filma en la Argentina, algunos títulos: "El alma del bandoneón", "Ayúdame a vivir", "Besos brujos", "La ley que olvidaron", "Madreselva", "Puerta cerrada", "Caminito de la gloria", "La casa del recuerdo", "Cita en la frontera", "Una vez en la vida", "Yo conocí a esa mujer", "En el viejo Buenos Aires", "Eclipse de sol", "El fin de la noche", "La cabalgata del circo" y muchas más. En la última citada se produce una discusión entre Libertad y la actriz de reparto Eva Duarte, ya vinculada al presidente Juan Perón, surgen dificultades para la continuación de su carrera y emigra a México.

Una nueva etapa de éxitos la espera.
Su vinculación con ese país es tan intensa que hasta la actualidad ha seguido ligada y realizando trabajos, principalmente en presentaciones en telenovelas y cine, pese a lo avanzado de su edad.
Sus actuaciones cinematográficas van dejando en un plano secundario su rol de cancionista para transformarse en actriz dramática. Su debut en México se produce en 1947 dirigida por Luis Buñuel, en "Gran Casino". Filma más de 40 títulos, algunos de los directores famosos que allí la dirigieron fueron: Roberto Gavaldón, Tito Davison y el "Indio" Emilio Fernández.

Sus retornos a Buenos Aires se sucedieron a partir de 1955 ya ausente del poder el general Perón. Relatar su itinerario resultaría arduo y fatigoso.

En la Argentina grabó alrededor de 241 temas (podrían existir algunos más). Fue acompañada por guitarras en un comienzo, luego por la orquesta de su marido, Alfredo Malerba. También por la de Mario Maurano, Héctor Stamponi, Víctor Buchino, por Juan D´Arienzo en dos temas, por la orquesta de Lucio Milena y por la de Tito Ribero.

En Cuba graba cuatro temas, dos en España a dúo con Joselito. En México ha podido identificarse 183 grabaciones, acompañada por los conjuntos locales de Ruiz Armengol, Chucho Zarzosa, Raúl Lavista, Chucho Ferrer y otros. Hizo dúos con Pedro Vargas, Miguel Aceves Mejía y en una oportunidad con su hija Mirta.

Sus más de 400 registros discográficos constituyen una cifra no alcanzada por ninguna otra cancionista argentina y nos da una idea de la importancia de su arte dentro del mundo tanguero y de nuestra cultura.

En el mes de noviembre de 2000 cumplirá 92 años y seguramente el periodismo se encargará de recordar trazos de su ilimitada y valiosa carrera artística.
http://www.todotango.com/spanish/creadores/llamarque.asp

Agustín Magaldi

domingo, 25 de julio de 2010

(1º de diciembre de 1898 – 8 de septiembre de 1938)
Apodo: La voz sentimental de Buenos Aires
Es sin dudarlo uno de los paradigmas de la canción popular. Junto a Ignacio Corsini, constituyen la zaga principal que se ubica detrás de la figura consular de Carlos Gardel.

El intentar su caracterización es uno de los cometidos más difíciles porque, sin querer, se nos mezclan aspectos de muy variada naturaleza.

Los tangueros tradicionales de su época no lo querían, por no responder a los cánones precisos del fraseo gardeliano y los vanguardistas tampoco, ya que su estilo no se correspondía con la renovación que gestaban. Pero ambos reconocían la belleza de su voz y la calidad de su interpretación.

Sin embargo los sectores más humildes de la ciudad y del interior del país lo veneraban, hasta tal punto que su popularidad y su fama crecieron vertiginosamente y es al día de hoy que sus fanáticos lo consideran al mismo nivel del Zorzal Criollo.

¿Cuál es la explicación de este fenómeno? Si buscamos por su voz y su técnica sacamos la conclusión que la primera era brillante y caudalosa, y que la segunda era perfecta, afinada, representativa de la escuela italiana de canto.

Su repertorio puede darnos alguna otra pista ya que estaba compuesto por piezas de géneros muy diferentes y despareja calidad. Tratándose de un arquetipo del "cantor nacional" el mismo estaba integrado por muchos temas de corte criollo, también tangos y algunas raras canciones provenientes de otras latitudes.

La temática de sus tangos elevan el rol de la mujer —hasta ese entonces culpable de todos los dramas del hombre—, como ejemplo podemos mencionar "Levanta la frente", donde reivindica a la madre soltera, "No quiero verte llorar", donde el hombre se compadece colocándose en un mismo plano, o en "Libertad" donde los protagonistas reconocen la culpa de ambos al momento de separarse.

No creo que esta actitud poco machista sea la causa de tanta adhesión o de tanto desprecio.
El tema social, la grave descripción del padecimiento, y por momentos el melodramatismo de sus historias son la causa de la división de las aguas.

Para algunos contaba cosas que testimoniaban la realidad social y cultural de su época y por eso se identificaban con él, para otros era un fiel exponente de la cursilería popular, una manifestación artística poco elevada.

Finalmente, y sin con esto dar por saldado el interrogante, creo que Magaldi encarnó las dos visiones de esta contradicción, prevaleciendo su calidad de cantor y su dulce voz sobre alguna mala elección de su repertorio, sin entrar a analizar su gusto interpretativo y menos la virtud de su inserción en el campo popular.

Agustín Magaldi nació en la ciudad de Casilda, provincia de Santa Fe. Su infancia transcurrió entre esa ciudad y Rosario, por eso la confusión en torno al lugar de su nacimiento.
Atraído por la magia de Enrico Caruso y otros tenores en boga en la década del diez, de muy joven se sintió con condiciones de entonar canciones líricas y se sumó a las compañías de los conservatorios de Rosario y Santa Fe, donde cantó algunas veces, entre 1918 y 1919.

Pero la lírica, que apasionaba al cantor, no sería su modo de vida ya que su primordial herramienta de trabajo serían las canciones populares.

Tal es así que a comienzos de la década del veinte Agustín forma dúos con amigos santafesinos como Héctor Palacios —luego famoso solista—, Nicolás Rossi y Espinosa (del cual no se conoce su nombre de pila), entonando piezas del repertorio criollo.

En 1923 decidió radicarse en Buenos Aires y comienza a cantar en cafetines, canciones criollas y tangos, hasta que en 1924, apadrinado por la famosísima cancionista arrabalera Rosita Quiroga ingresa al sello Victor.

El dúo Quiroga-Magaldi graba pocos discos ya que en 1925 por intermedio de Enrique Maciel se forma el dúo Magaldi-Noda.

Pedro Noda, cantor de Mataderos (barrio de los suburbios de Buenos Aires) era la segunda voz ideal para la tonalidad de Agustín y a partir de entonces comenzará a forjarse la historia de uno de los mejores dúos de todos los tiempos.

Agustín, además de cantar en dúo lo hacía como solista, incluyendo grandes tangos a su repertorio.
Los guitarristas iniciales del dúo fueron Enrique Maciel y José María Aguilar. En 1926 Genaro Veiga y Rosendo Pesoa. En 1927 Pesoa y Rafael Iriarte y en 1928 Diego Centeno y Ángel Domingo Riverol.

En todo ese tiempo el dúo graba en la casa Victor y actúan en los principales cines y teatros de Buenos Aires, en el interior del país y en el Uruguay.
En 1929 pasan a grabar discos en el elenco de la compañía Brunswick y componen uno de sus resonantes éxitos "El penado catorce".

Sus guitarristas son Diego Centeno y Juan Spumer y cantan en radio y durante varias temporadas consecutivas en el Cine Real.

En Brunswick Agustín colabora como estribillista en discos especiales con las orquestas Donato-Zerrillo, Típica Brunswick, Ricardo Luis Brignolo y Osvaldo Fresedo.

En 1933 el dúo junto a las guitarras de Centeno, Spumer y Colia, vuelve a la casa Víctor y realizan una gira por Chile. Dos años después, participan en la película "Monte criollo" donde interpretan "Mi sanjuanina".

El 31 de diciembre de 1935, después de diez años de grandes triunfos, el dúo se desintegra y en 1936 Magaldi inaugura su etapa como solista exclusivamente, acompañado por las guitarras de Centeno, Ortiz, Francini, Carré y el arpa de Félix Pérez Cardoso, mientras que Noda se une en dúo con Carlos Dante.

Magaldi hace furor en Radio Belgrano y "Nieve" su balada rusa se convierte en su caballito de batalla que el público siempre reclama al igual que su tango "Libertad".

Sus versiones de "La muchacha del circo", "Dios te salve m'hijo", "Acquaforte", "Berretín" y "Consejo de oro", resultan antológicas, no obstante la comparación inevitable que hagamos con Gardel. 

Fue distinto, despertó de igual modo la crítica despiadada y la más ferviente adhesión popular, paradójicamente todos lo reconocen como un ídolo y hoy su figura está instalada en la galería de los más grandes cultores de la música popular.

Alberto Castillo

sábado, 10 de julio de 2010


(7 de diciembre de 1914 - 23 de julio de 2002)
Nombre completo: Alberto Salvador De Lucca
El particularísimo estilo de Alberto Castillo quizá tenga algo que ver con el gracejo cachador (humorístico) y arrabalero de Rosita Quiroga, Sofía Bozán o Tita Merello. Pero de ningún modo se trata de influencias; ni ellas se parecen entre sí ni Castillo se les parece. Simplemente, podríamos agruparlos –y sumar a la posterior Elba Berón- porque los une un aire común, una misma cadencia rea.

Sin embargo, cuando Castillo toma temas profundos, la ternura que les imprime es impactante. En definitiva, es una "voz que no se parece a ninguna otra voz", según precisó el inolvidable Julián Centeya. Tampoco su estilo se parece a ninguno; cuando él mismo advirtió que su particular fraseo era lo que los bailarines necesitaban -«la gente se movía de acuerdo a las inflexiones de mi voz»-, se dijo: «¡Acá está la papa!»(algo que hacía falta, que se espera con avidez), y nunca se apartó de esa manera de cantar, de ese estilo naturalmente tanguero, a lo cual debe sumarse un detalle de suma importancia: su afinación perfecta.

Alberto Salvador De Lucca –tal su verdadero nombre- nació el 7 de diciembre de 1914 en el porteño barrio de Floresta, en la zona oeste de la ciudad de Buenos Aires. Era el quinto vástago del matrimonio de inmigrantes italianos Salvador De Lucca y Lucía Di Paola.

Ya de pequeño demostró una afición natural por la música; tomó lecciones de violín y cantaba en cualquier lugar en que se diera la oportunidad. Cierta noche –tenía ya 15 años–, se encontraba cantando para la barra (grupo de amigos) –de la que era el menor y el más admirado- cuando pasó el guitarrista Armando Neira y le propuso incluirlo en su conjunto.

Fue ése el debut profesional de Alberto De Lucca, bajo el seudónimo de Alberto Dual, que alternó con el de Carlos Duval. Cantó luego con las orquestas de Julio De Caro (1934), Augusto Pedro Berto (1935) y Mariano Rodas (1937).

Los seudónimos lo protegieron de la disciplina paterna. Cuando cantaba por Radio París, con la orquesta Rodas, don Salvador, su padre, comentó ante el receptor: «Canta muy bien; tiene una voz parecida a la de Albertito».

En 1938, abandonó la orquesta y se dedicó por completo a su carrera de medicina. Pero el tango le seguía tirando y un año antes de recibirse integró la orquesta típica "Los Indios", que dirigía el dentista-pianista Ricardo Tanturi.

El 8 de enero de 1941, apareció el primer disco de Tanturi con su vocalista Alberto Castillo –acababa de adoptar su seudónimo definitivo, propuesto por el hombre de radio Pablo Osvaldo Valle-, el vals "Recuerdo", de Alfredo Pelaia, que fue todo un éxito de venta. Un año más tarde, se recibió de ginecólogo e instaló su consultorio en la casa paterna.

De modo que tarde a tarde, el doctor Alberto Salvador De Lucca abandonaba su "consultorio de señoras" y corría hacia la radio para convertirse en el cantor Alberto Castillo. Todo se complicó cuando la sala de espera de su consultorio ya no daba abasto para tantas mujeres, en su mayoría, jóvenes. Había una explicación: el cantor atraía increíblemente al sexo débil y como corría la noticia de que era ginecólogo, las que averiguaban donde quedaba su consultorio corrían a hacerse atender por él. Castillo recordaba la anécdota que develaba la imparable afluencia de damas a su consultorio: «¿Está lista, señora?», preguntó a una paciente que se desvestía tras el biombo, y ella respondió en el colmo de la desfachatez: «Yo sí, doctor. ¿Y usted?»

«Esas insinuaciones no me gustaban demasiado», confesó, y terminó por abandonar la profesión para dedicarse de lleno al canto.

El 6 de junio de 1945 contrajo matrimonio con Ofelia Oneto, del que nacerían Alberto Jorge (ginecólogo y obstetra), Viviana Ofelia (veterinaria e ingeniera agrónoma) y Gustavo Alberto (cirujano plástico). Para entonces, Castillo era ya un auténtico ídolo popular.

Su manera de moverse en el escenario, su modo de tomar el micrófono e inclinarlo hacia uno y otro lado, su derecha junto a la boca como un voceador callejero, su pañuelo cayendo del bolsillo del saco, el cuello de su camisa desabrochado y la corbata floja. Todo era inusitado, todo causaba sensación, hasta sus improvisadas contiendas de box cuando cantaba "¡Qué saben los pitucos!" (del tango "Así se baila el tango", de Elías Randal y Marvil) y algún pituco se daba por aludido.

A ello sumemos su voz y su estilo tan peculiar y nos explicaremos porque cuando, en 1944, cantó en el Teatro Alvear, la policía debió cortar el tránsito de la calle Corrientes, cosa que no se veía desde los días de la bandoneonista Paquita Bernardo en el Café Domínguez.

Eran sus inicios como solista, tras desvincularse de Tanturi en algún momento de 1943. Poco después, incorporó a su repertorio el candombe, que matizó con bailarines negros en sus espectáculos. El primero de ellos fue "Charol" (de Osvaldo Sosa Cordero), que resultó todo un éxito, tanto en Buenos Aires como en Montevideo, lo que lo decidió a seguir incluyendo páginas en ese ritmo: "Siga el baile"(de Carlos Warren y Edgardo Donato), "Baile de los morenos", "El cachivachero" y, entre otras, "Candonga", que le pertenece. A propósito, Castillo también es letrista; escribió, además, los tangos "Yo soy de la vieja ola", "Muchachos, escuchen", "Cucusita", "Así canta Buenos Aires", "Un regalo del cielo", "A Chirolita", "¡Dónde me quieren llevar!", "Castañuelas" y "Cada día canta más"; y las marchas "La perinola" y "Año nuevo".

La cinematografía lo convirtió en un actor sumamente natural, que debutó en 1946 con "Adiós pampa mía", para continuar con "El tango vuelve a París" (1948, acompañado por Aníbal Troilo), "Un tropezón cualquiera da en la vida" (1948, con Virginia Luque), "Alma de bohemio" (1948), "La barra de la esquina" (1950), "Buenos Aires, mi tierra querida" (1951), "Por cuatro días locos" (1953), "Ritmo, amor y picardía", "Música, alegría y amor", "Luces de candilejas" (1955, 1956 y 1958 respectivamente, las tres junto a la extraordinaria rumbera Amelita Vargas) y "Nubes de humo" (1959).

El último éxito de Castillo fue en 1993, cuando grabó "Siga el baile" con "Los Auténticos Decadentes" y consiguió ganarse a la juventud de fin de siglo, tal como lo había hecho con la de los '40. Su voz continúa siendo una de las más identificadas con la canción ciudadana y, seguramente, lo será para siempre.

Ada Falcón

martes, 22 de junio de 2010


Cancionista
(17 de agosto de 1905 - 4 de Enero de 2002)
Nombre completo: Aída Elsa Ada Falcone

Las voces femeninas en el tango irrumpieron casi al mismo tiempo. Eso ocurrió en la década del veinte, entre 1923 y 1930. Llegaron y se quedaron para siempre.

Si bien surgieron otros nombres en los años siguientes, para sumarse a estas pioneras, ninguna las superó.

Cada una con su estilo y con su propio repertorio siguen vigentes en las grabaciones. Tales los casos de Azucena Maizani y Rosita Quiroga, que debutaron en el disco en 1923, Mercedes Simone y Tita Merello en 1927 y Tania en 1930.

Ada Falcón pertenece a esta generación de precursoras de nuestro tango, quien comienza a grabar el 15 de julio de 1925.

Nació en el centro de la ciudad el 17 de agosto de 1905 y fue la menor de tres hermanas, también cantantes. Amanda, sin mayor trascendencia, y Adhelma, quien llegó al disco por lo menos en dos oportunidades.

En su momento la cantante comentó que era hija natural de un señor de rancio apellido de la sociedad argentina y, que en un lapsus de amor, raptó a su madre y ella fue el resultado de tan atrevida gestión. Valga como anécdota, no comprobada.

Pero sea cierta o no, resulta interesante atento la serie de hechos que marcaron su conducta posterior. La ingerencia de su madre fue notoria, pues fue ella la que decidió que su hija tuviera un destino artístico.

A los cinco años debuta ante el público como "La Joyita Argentina". Antes del año veinte actúa en un film mudo. Toda esta actividad impidió que concurriera normalmente a la escuela y debió instruirse en su propia casa.

Más adelante cuando está en su esplendor, el éxito y el reconocimiento público la embelesan, comportándose con los caprichos propios de una diva del cine estadounidense. Los hombres admiran su belleza y cantan loas a sus ojos verdes. Rehuye al contacto con el público, a tal punto que para sus presentaciones en Radio El Mundo –ya en el último tramo de su carrera- se niega a actuar en la sala principal y elige la sala "F", de pequeñas dimensiones y a la que llaman la "sala Falcón".

Se pasea en un automóvil descapotable de color rojo, vive en una casa de tres plantas en la zona más residencial de la ciudad, y ostenta joyas y pieles. Hasta que comienzan sus distracciones, los largos encierros en su mansión y llega a la curiosa situación de entrar a la iglesia de Nueva Pompeya de rodillas y a hablar en voz alta con las imágenes.

A fines de 1942, la eclosión, abandona definitivamente la vida artística, se retira y con su madre se traslada a un pueblo de la provincia de Córdoba, ambas convertidas en "terciarias Franciscanas". Esta actitud la mantiene hasta la actualidad, enero del año 2000.

Ada Falcón posee un registro que iba de mezzosoprano a soprano en las notas altas, un tono ligeramente engolado y cierta pretensión de gorjeos líricos que le dieron un estilo personal e irrepetible. Todo lo cual se sumaba a su natural temperamento que ponía la emoción en el lugar justo. Su canto fue emotivo, de corte romántico, con la sensación que lo dirigía a un amor perdido. Pese a la gravedad del color de su voz, se caracterizó por un tono plañidero.

Como dijimos llegó al disco en 1925 acompañada por la orquesta del maestro Osvaldo Fresedo para el sello Víctor. Retorna en 1929, para el sello Odeon, luego del visto bueno del pianista Enrique Delfino, quien la acompaña junto al guitarrista Manuel Parada en 14 temas.

Finalmente es acompañada por el hombre fundamental en su vida, el director Francisco Canaro. Juntos llegaron al disco en alrededor de 180 oportunidades, comenzando un 24 de julio de 1929 cuando Ada Falcón hace el estribillo del tango "La morocha", finalizando el 28 de septiembre de 1938. En 1942, graba su último disco con dos temas, el tango "Corazón encadenado" y el vals "Viviré con tu recuerdo" (ambos de Francisco Canaro e Ivo Pelay).

Con él tuvo una relación sentimental muy duradera. Y dos hechos anecdóticos: el primero pinta a Canaro frente a una realidad. El segundo, si no fue el detonante, por lo menos una circunstancia más para la determinación final de Ada Falcón. Ambas historias me fueron contadas por un músico de su orquesta, biógrafo parcial pero minucioso de Canaro.

Ada insistía en la separación de Canaro para que contrajera matrimonio con ella, ante esta requisitoria Canaro pareció estar de acuerdo, pero antes de comunicarle nada a la cancionista lo consultó con su abogado sobre las características del trámite y el tema económico. La respuesta fue obvia, la mitad de su dinero le correspondería a su esposa. Canaro nunca más pensó en separarse.

La segunda anécdota ocurrió durante el descanso de la orquesta en un ensayo, donde Ada estaba sentada en las rodillas de Canaro. De pronto se abrió la puerta de la sala donde se encontraban y apareció "La Francesa", apelativo con que se conocía a la señora de Canaro. Abrió su cartera, sacó un revólver y amenazó furiosamente a Ada que salió corriendo. A los pocos días se produjo la separación artística de la cantante con la orquesta.

En su trayectoria hizo una película sonora "Ídolos de la radio", junto al gran cantor Ignacio Corsini y que fuera estrenada en octubre de 1934. En ella aparecen las cancionistas Tita Merello y Dorita Davis.

Fue excéntrica, vanidosa y arrogante, pero su belleza y sus grandes condiciones artísticas la convierten en uno de los hitos de las voces femeninas de nuestra música popular.

por Néstor Pinsón
TodoTango.com

Jorge Vidal: Biografía

lunes, 14 de junio de 2010

Cantor, autor y compositor
(12 de agosto de 1924 - 14 de septiembre de 2010)
Apodo: El Negro
Nombre real: Orlando Vidal
En el lenguaje cotidiano que utilizan los hombres es posible que se vayan marcando algunas de sus facetas. Aquel día de 1992 que me encontré con El Negro en su oficina, lo primero que me dijo fue: «Esperá un momento que paso al "viorsi" (baño). Y con esta sola palabra que ya pasó de moda, aún en el viejo lunfardo, el tipo se fue pintando. Cuando regresó me tomó del hombro: "Si hermano, ¿decime?". Y se sentó para complacer todas mis preguntas.
«Desde joven tuve clara mi posición ante la vida, en lo social y en lo político, y tuve mucha suerte, Dios siempre estuvo a mi lado. Hubo muchas amarguras, propio de los humanos, pero las fui relegando a un rincón». Y terminó su introito con esta frase dura, sin concesiones, fácil de expresar, pero no tanto de concretar: «El hombre debe tener siempre la inquietud de seguir adelante y de luchar. Cuando pierde la capacidad de asombro, cuando no hay nada que le llame la atención, cuando ya no tiene inquietudes que le permitan seguir viviendo con entusiasmo y no tiene fuerzas para mejorar, mirá, es mejor que se mate.

«Nací en el barrio de Caballito en la calle Méndez de Andés al 700, mi viejo mendocino y mi mamá de San Luis. Fui el cuarto hijo y único varón después de tres hermanas. Él murió cuando yo tenía dos años, en la calle, justo frente al edificio del Congreso, un infarto. Plena crisis del ‘30, estaba por caer Yrigoyen, la miseria era espantosa. Durante muchos días la base de la alimentación de la familia era pan con grasa. Faltaba trabajo y para las mujeres peor. En la desesperación mi vieja se fue una mañana a la casa de gobierno y esperó la salida del Presidente, cuando subió al auto y éste arrancó, atravesó la custodia policial y se tiró contra el coche que la golpeó y la tiró al suelo. Don Hipólito bajó de inmediato y pudo contar sus razones. El presidente dio unas órdenes y entonces le dieron el trabajo de mi papá en el correo. El cargo lo ocupó mas de veinte años hasta su muerte en 1954. Con el tiempo y la experiencia pude comprender que Yrigoyen fue un tipo macanudo, muy sano y humilde, pero también que fue una excepción. Fue el único radical decente que debe haber existido. Si no hubiera aparecido el peronismo me hubiera hecho conservador o comunista.

«Pude hacer la escuela primaria en mi barrio, Canalejas y Cucha Cucha y el secundario íntegro en el colegio Bernardino Rivadavia. Más tarde ingresé en la Escuela Naval de Río Santiago, era 1943. Cuando cursaba el cuarto año en el 46 y era en la promoción el número once, hubo un conato de revolución, aquel de Vernengo Lima, estaba a punto de ser guardiamarina y rendía examen para ser aviador naval. Echaron a setenta alumnos y yo entre ellos.

«Fui bueno en deportes, fútbol en San Lorenzo, en las inferiores y pelota a paleta en Huracán, el deporte en el que me destacaba. Hasta salió mi foto en El Gráfico.

«El canto fue algo natural desde chico, aprendía escuchando la radio. Mamá me envió a estudiar solfeo y guitarra y también canto con el maestro Deferrari. Un aprendizaje breve que después me fue de gran utilidad.

«Ya antes de ingresar a la Escuela Naval andaba tirando la manga por algunos cafés, por todos lados donde no nos echaran, un compañero del colegio era el caradura que pasaba la gorra después de mis actuaciones, me había conseguido una guitarrita y llamaba la atención que un pibe tuviera semejante vozarrón. Era para juntar unas monedas. Por entonces grabé por mi cuenta un disco, un acetato en el sello Grafoson, salió bien, prolijito, pero lo perdí. Había hecho buena amistad con el guitarrista Jaime Vila y allí comienza mi carrera. Empezamos a ensayar, se habían agregado otros tres muchachos: Huerta, Fontana y Moreno y salen algunos trabajitos sencillos. Fue cuando nos enteramos que en el café La Paz de Barrancas de Belgrano, casi frente a la estación de trenes, los días lunes, presentaban nuevos valores, los demás días iba una orquesta de señoritas. Nos aceptaron para el lunes de la inauguración.

«Los muchachos hicieron con papel blanco, conseguidos en una panadería, unos afiches a mano, rústicos, que pegaron por los alrededores. Cuando llegó el momento de encaminarnos para el lugar se largó a llover, pero la bronca se aplacó cuando a la distancia vimos la cantidad de gente que entraba al local. No sólo yo debutaba sino también el nuevo patrón que se ubicó en una mesa larga con su esposa, hijos y amigos. La primera entrada fue de una media hora muy bien recibida.

«Cuando me aprestaba para la segunda entrada se metió en el café un muchacho joven -luego supe que el apellido era Zalazar-, con un paquetito bajo el brazo, estaba medio borracho y comenzó a cantar entre las mesas. El patrón y otros más, de buen modo, trataron de disuadirlo, salió finalmente. Pero enseguida vuelta a meterse y a cantar. Cuando el patrón se le acercó sacó del paquete un cuchillo bien largo y le tiró un puntazo con la desgracia de darle justo en el corazón, también hirió feo a un mozo. Vino la policía, hubo un revuelo terrible y yo salí corriendo con el smoking prestado con un jabón terrible, cuando me paré ya estaba por Cabildo. El pobre patrón debutante falleció.

«Pasó un tiempo y un buen amigo me presentó al dueño del café Argentino, el de Chacarita, Corrientes al 6800. Hubo cierta resistencia porque se había corrido la bola que el problema que te conté ocurrió porque yo tenía mal ambiente. No era así. Mis actuaciones atraían gente, cantaba sin micrófono y se hizo costumbre ver repleto el local, era comienzos de 1949.

«Por casualidad, Dios o por lo que vos quieras, resultó que en la misma vereda, unos treinta metros mas atrás, paraba el ómnibus de Osvaldo Pugliese para esperar a los muchachos de su orquesta. Claro, al maestro le llamó la atención lo que pasaba en El Argentino, con tanta gente en la vereda. Para averiguar, los mandó a Jorge Caldara y a Osvaldo Ruggiero. Que después le contaron.

«Algunas noches yo no tenía donde apoliyar, entonces cuando se iba el público, mientras limpiaban y ordenaban para la noche siguiente, con el saco doblado prolijito por almohada, subido a la mesa de billar, me dormía unas tres horitas. Una madrugada me golpean despacito un hombro y, cuando abro los ojos un tipo me dice: "Yo soy Osvaldo Pugliese". Sí maestro, lo conozco, ya había saltado al piso y me acomodaba el pelo, el saco... "¿Quiere cantar conmigo?" No joda maestro, le respondí. "No, venga mañana al cine Atlántico que le tengo preparadas unas orquestaciones". Mira vos que tipo humilde, un personaje como él con semejante actitud.

«Cuando llegué a la cita no fue para una prueba, ya estaba en la orquesta, Balcarce me pidió el tono y empezó el ensayo. Eran "Isla de Flores", "Titiriteros", "Puente Alsina". Con este tango debuté en el disco, en agosto del 49. Posiblemente, el último en el que Pugliese metió mano en el arreglo. Después siguieron ocho temas, hasta noviembre de 1950: "Barra querida" y"Un baile a beneficio", entre otros.

«Con Pugliese aprendí, entre tantas cosas, a respetar el ritmo. Tuve mucho éxito a su lado, pero yo no tenía pasta de empleado, de ser un instrumento más de la orquesta, como lo habían sido Chanel y Morán, tiraba para independiente acompañado por guitarras. La calidad humana de Pugliese comprendió las causas que le expuse cuando decidí alejarme, me dijo que las puertas quedaban abiertas, me abrazó y me dio un beso.

«Y me largué sólo, armé el conjunto de guitarras con Jaime Vila a la cabeza y el primer trabajo fue en La Armonía, todos los días. En cuanto a las grabaciones comenzaron enseguida para el sello Pampa y luego Odeon, fue en junio de 1951 y ya no paré, hice radio, todos los clubes y locales. Después de la caída de Perón, en 1955, fui prohibido en la radio por varios años. Mis compañeros guitarristas también fueron los hermanos Remersaro, Roberto Grela, José Canet. En el sello Pampa, en 1951, grabé seis temas acompañado por la orquesta de Argentino Galván y, más adelante, con las orquestas de Héctor Artola y de Héctor Stamponi.

«El tango aún pegaba fuerte y yo estaba en una buena etapa de mi carrera, además tenía mi pinta y todo ayudaba. Así surge la posibilidad del cine. Me proponen una película "El tango en París", quizás el productor pensó en las películas de Gardel, no sé, fue una buena experiencia junto a Enrique Serrano, Julia Sandoval, Olinda Bozán y otros actores, que daban apoyo al personaje principal que yo interpretaba, con un argumento sencillo y transitado. La dirigió Arturo Mom y se estrenó en el cine Suipacha, el 9 de agosto de 1956. Luego me propusieron un sainete que había resultado ganador de un concurso, su título "Juan Tango", acepté y con actores noveles se estrenó en el Cine Boedo.

«Una noche durante el entreacto me dicen que en la platea estaba Canaro y de pronto ¡pum! se abre la puerta y aparece. Y así de golpe, como Pugliese en su momento, me dice que está preparando su nueva revista "Tangolandia" y me propone como primera figura junto a Alba Solís. Me citó para el día siguiente en sus oficinas de COMAR. "¿Sabe algún tango mío?" -me largó de golpe. Todos -me hice el bravucón-. "Cante "Yo no sé por qué te quiero", se lo canté sin dudar. "Ahora "Cuando el amor", se lo canté y un par más también. Le vi el gesto de contento.

«En 1960 la fui de empresario en el Astral, a medias con el empresario Gallo. Sólo para la temporada de verano. Se trataba del sainete de Vaccarezza: "Juancito de la Ribera", con Nelly Panizza, Augusto Codecá, Juan Carlos Palma , las guitarras de Canet, bailarines, 40 personas en escena y además, un lujo, Luis Sandrini a cargo de la puesta en escena. Recuerdo una frase suya, un consejo: "Cuando uno habla, tiene más valor el silencio de la pausa que el sonido de la palabra." y eso lo apliqué al canto y reconocí el resultado.

«Actué en Norteamérica en el Carnegie Hall, en Centroamérica y en muchas giras. Luego, en importantes programas de la televisión. Estuve en SADAIC, fui creador de La Casa del Cantor, un tipo de mutual para tantos muchachos que están en la vía; tengo alumnos, grabo, voy viviendo, estoy contento.

«Canaro, fue un gran tipo. Me tomó tanto aprecio que fui el único cantor que en una de sus obras hizo un tema que no era suyo: "La fulana", de Alberto Mastra. El que haya dicho que era miserable miente descaradamente, por envidia. Cuidaba a la gente de su elenco para que no le faltara nada, tenía dinero y lo arriesgaba con cada obra, con grandes orquestas y grandes elencos. Gané buena plata con él.

«Los temas que más satisfacción me brindaron fueron: "Tres esperanzas", "Confidencias" y las milongas festivas. El cantor más grande, fuera de discusión, fue Gardel. Luego, Oscar Alonso y Alberto Marino, el gran amigo que me dio el tango. Orquesta, la de Troilo. Que quería a sus cantores y ponía al servicio de ellos toda la orquesta, pasando desapercibido para que ellos se lucieran.»

Ya por su cuenta, de puro gusto, y con sus condiciones vocales mermadas, siguió grabando, hasta bien entrada la década del noventa. Así podemos estimar en cerca de 250, los registros que nos ha legado.

Jorge Vidal: un debut accidentado
Por Néstor Pinsón
Todotango.com

Mercedes Simone

jueves, 10 de junio de 2010







(21 de abril de 1904 - 2 de octubre de 1990)
Nombre completo: Mercedes Simone
Designación: La Dama del Tango
Fue, para muchos, la más importante voz femenina que dio el tango, o al menos la más representativa y ecléctica. Lamentablemente, su discografía es relativamente escasa, al menos en relación a su trascendencia, agravado esto por la irregular calidad de su repertorio, en el que mezcló el tango, la milonga y el vals porteño con diversos géneros campestres o exóticos, vinculados a su proyección continental. Su apogeo se situó en las décadas del '30 y del '40. Principal destinataria de su arte era la amplia clase media urbana, a la que brindaba su estilo emocional pero refinadamente contenido. Concordantemente, rehuyó el repertorio lunfardo (argot de Buenos Aires) y cultivó un romanticismo ingenuo.

Mercedes Simone nació en Villa Elisa, pequeño pueblo desde donde su familia se mudaría a la cercana ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, donde comenzó a cantar en el coro de su colegio. De adolescente fue vendedora de tienda y luego, al emplearse en una imprenta, conoció a quien sería su marido, el guitarrista-cantor Pablo Rodríguez, quien los fines de semana recorría los pueblos cercanos para ganar algún dinero adicional con su arte.

Un reconocido cantor y compositor de la época, Alfredo Pelaia, aconsejó a Rodríguez que incluyera a Mercedes en sus presentaciones. Llegado 1926, pocos años después de su casamiento, ella debutó profesionalmente en la confitería Los Dos Chinos de la austral ciudad de Bahía Blanca, en el límite entre las pampas y la Patagonia, con su esposo como acompañante. Tras algunas presentaciones en provincias, inició su carrera en Buenos Aires, cantando en el principal café de la ciudad: el "Nacional", de la estratégica calle Corrientes, secundada por las guitarras de su marido y de Reynaldo Baudino.

Radicada en Buenos Aires, fue contratada para actuar en varios teatros, donde la descubrieron gerentes de Radio Nacional (que más tarde se llamaría Belgrano), por cuya onda actuó durante seis años. Al disco llegó el 15 de diciembre de 1927, grabando los tangos "Estampa rea" y "El Morito" para el sello Víctor, con acompañamiento de guitarras. Grabó en total más de 240 temas para diversos sellos: el mencionado Víctor y también Odeón, Sonolux de Colombia, TK y "H y R". Actuó en radios y escenarios de todo el continente, alcanzando especial popularidad en México, Colombia, Venezuela, Cuba, Chile y Brasil.

Simone perteneció a la rica generación de cancionistas surgidas a mediadios de los años '20, un grupo jamás emulado que señaló el comienzo de la historia de la mujer en el tango. Relativamente para la misma época surgieron cantantes como Azucena Maizani, Rosita Quiroga, Libertad Lamarque, Ada Falcón y otras, con tesituras muy diferentes. De entre todas ellas, Simone se distinguió como la más universalmente tanguera. Con su equilibrio, su registro de mezzo-soprano, su ritmo lento y su perfecta dicción adquirió las dimensiones de un modelo.

Entre sus versiones antológicas pueden destacarse "La marcha nupcial" y "Milonga sentimental" de 1932; "La última cita", "Mía" y "Cuatro palabras" de 1933; "Esta noche me disfrazo" y "Esquinas porteñas" de 1934; "Será una noche" y el vals "Náufrago" de 1936; "Milonga triste" de 1937; "Abandono", "Caricias", "Carnaval de mi barrio", "Vieja amiga" y "Media vida" de 1938; "Claudinette" de 1942; "Barrio de tango" y "Garúa" de 1943, y "Cada día te extraño más", "Verdemar", "Motivo sentimental" y "Otra noche" de 1944.

Simone fue acompañada en sus grabaciones, y en diversas emisiones radiales, por integrantes de la Orquesta Típica Victor, por el Trío Típico dirigido por Sebastián Piana, por la orquesta de Juan Carlos Cambón, por la de Cristóbal Herrero en Colombia y por la orquesta de Emilio Brameri.

También grabó con las orquestas de Franciso Lomuto y Adolfo Carabelli.

Interviene en el cine en el primer largometraje sonoro argentino: "Tango", de 1933, donde interpreta su tema "Cantando". Posteriormente actuó en muchas otras películas que no perduraron. Compuso los tangos "Oiga agente", "Inocencia" y "Zapatos blancos", y le pertenecen letra y música de "Cantando", "Incertidumbre" y "Tu llegada", entre otros. 

Alberto Echagüe

lunes, 31 de mayo de 2010


Nombre real: Juan de Dios Osvaldo Rodríguez Bonfanti
Cantor y autor rosarino.
(8 de marzo de 1909 – 22 de febrero 1987)
Mi relación con Alberto Echagüe es muy especial porque fui entrañable amigo de su hijo Osvaldo, lamentablemente fallecido muy joven.

No puedo ser imparcial, porque tuve la suerte de escucharlo con el mejor de los testigos, quien me relataba historias que eran verdaderas imágenes de un chico hacia su padre artista.

Se mezclaban los resentimientos de las largas ausencias, la incomprensión de un ambiente tanguero que se iba degradando con el paso del tiempo y que nada tenía que ver con su circunstancia y su educación. Hasta tal punto que Osvaldo hizo su vida alejado del padre y con una visión crítica, hasta vergonzosa de él.

Pero ocurrió algo muy curioso a partir de la muerte del cantor. La actitud distante se convirtió en una profunda reivindicación que lo llevó a comprender y revalorizar con orgullo el valor humano y artístico de su padre.

Juntos, aprendí a conocer sobre la popularidad que tuvo este artista en los años cuarenta, pero lo más importante fue valorar las "perlas" de su repertorio, haciendo míos los dos tangos preferidos de Osvaldo: "Indiferencia" y "Este carnaval".

Es verdad, Echagüe no fue técnicamente un gran cantor y más si lo comparamos con la excelencia vocal que abundaba en la década del cuarenta. Pero reconozcamos que cuando se lo permitía el vértigo de D'Arienzo, afloraba una voz sensible, por momentos dramática, que sabía contar eficazmente el relato de la letra.

Fue el cantor más importante de la orquesta, el más taquillero, pero además, un caballero, un hombre de bien al que nunca la fama lo mareó y que, pese a los avatares de su carrera artística, supo formar una familia y ganarse el cariño de todos los que lo conocieron.

No puedo evitar encontrarle algo familiar con Ángel Vargas. No se si el estilo canyengue, o el fraseo reo, o el registro, pero algo tienen, más allá del hecho de que ambos cantaran para Ángel D'Agostino. Pero lo cierto es, que la carrera de uno y otro estuvo signada por la calidad y repertorio de dos orquestas muy diferentes, donde evidentemente, Echagüe no resultó beneficiado.

Comienza cantando desde muy chico en la ciudad de Rosario (la ciudad más importante de la provincia de Santa Fe, distante 300 km de Buenos Aires).

En los primeros años de la década del treinta se muda a Buenos Aires y debuta en Radio Stentor con su nombre artístico Alberto Echagüe.

En el año 1932 es cantor de la orquesta de Ángel D'Agostino, actuando en el cabaret Casanova y en el teatro París. Es el propio D'Agostino quien le presenta a Juan D'Arienzo, que lo invita a Radio El Mundo a escuchar su orquesta. Allí se produce la chispa que enciende uno de los binomios más populares del cuarenta: D'Arienzo-Echagüe.

Cuenta Gutiérrez Miglio, en su libro “El tango y sus intérpretes” volumen 1, que en esa ocasión cuando «llega el momento y la orquesta irrumpe con el tango "Madre", Alberto Echagüe le hace una seña a D'Arienzo ofreciéndose para cantar el estribillo. El maestro, con la cabeza, contesta afirmativamente y Echagüe canta. Al rato llega el director artístico de la radio y pregunta quién cantó. D'Arienzo le contesta y el director le dice: “Ese es el cantor de tu orquesta”.»

Actúan en el cabaret Chantecler, en Radio El Mundo y en un sinnúmero de bailes y clubes. El suceso es impresionante, dejando en el disco 27 temas, comenzando por "Indiferencia", el 4 de enero de 1938, hermoso tango de Juan Carlos Thorry y Rodolfo Biagi, finalizando esta etapa el 22 de diciembre de 1939 con "Trago amargo" (de Rafael Iriarte y Julio Navarrine).

Tentado por el pianista Juan Polito, Echagüe se aleja de la orquesta y continua su labor con este, actuando en la clásica confitería Richmond, además de bailes y actuaciones en clubs y teatros de barrio.

La relación del cantor con “El Rey del compás” tuvo varias etapas, que se prolongan hasta el año 1975. La segunda de ellas comienza en 1944 y va hasta 1957, es la más prolongada, y también la más exitosa. La orquesta es una tromba y el cantor no le va en zaga. La calidad de los temas es muy dispar y el repertorio apuntaba al éxito comercial y no al logro artístico.

No obstante lo expresado algunos temas son antológicos: "Este carnaval" (de Luis y Miguel Caruso), "Paciencia" (de D'Arienzo y Francisco Gorrindo) y la singular versión de "Esta noche me emborracho" (de Enrique Santos Discepolo) son pruebas de esta aseveración.

El otro cantor de la orquesta era Armando Laborde que, por su estilo y características vocales era un ideal complemento al trabajo de Echagüe. Tanto es así que en el año 1957 ambos se separan de la orquesta y forman la propia con la dirección del bandoneonista Alberto Di Paulo. Graban para el sello Odeón "Soy varón" y "Nosotros", y para el sello Philips "La refinada" (milonga) y "Carloncho".

Tres años más tarde, en 1960, ingresa a la orquesta de Juan Sánchez Gorio y actúa en Radio El Mundo, grabando dos temas.

Ya nuestro cantor era un solista consagrado, dedicado a amenizar bailes y a actuar en radio y televisión.

En 1968 comienza la tercera y última etapa con el maestro D'Arienzo, viaja a Japón y obtiene un extraordinario éxito. Lo curioso de la anécdota es que la orquesta viaja sola, sin su director que era fóbico a los aviones.

Los tiempos habían cambiado, el deterioro artístico era evidente, pero los fanáticos seguían fieles al ritmo y a la voz del famoso rubro. De esta época rescato el tango "Mala suerte" (de Francisco Lomuto y Francisco Gorrindo) grabado el 11 de diciembre de 1974, y "Vamos Topo todavía", dedicado al jockey uruguayo Vilmar Sanguinetti, del 31 de enero de 1975, es decir un año antes del fallecimiento de D'Arienzo y la última del binomio.

Alberto Echagüe fue un viajero incansable, recorrió toda América y Estados Unidos, donde estuvo en cinco oportunidades.

Es autor de los tangos "Gladiolo", "Tus cartas cómo tardan" y "La tango", todos ellos con música de Carlos Lázzari; "Alias Orquídea", con el productor televisivo Alfredo Gago y "Porque tú me lo pides", con Enrique Alessio.

Esta semblanza hecha con la ternura y emoción de los recuerdos más lindos, intenta ser el homenaje póstumo al padre de mi querido amigo Osvaldo Rodríguez, a quien nunca le voy a perdonar que se haya ido.
Por Ricardo García Blaya

Hugo del Carril: Biografía y Rosas de otoño

viernes, 28 de mayo de 2010


Nombre real: Piero Bruno Hugo Fontana Cantor, actor y director de cine. (30 de noviembre de 1912 – 13 de agosto de 1989) 


H ugo del Carril nació en el porteñísimo barrio de Flores, en la Capital Federal, y ya muy jovencito comenzó en la radiofonía argentina, como locutor primero, alternando esta actividad con la de cantor, vocación que traía ya en el alma y que se nutriría, acrecentaría y afirmaría en la admiración por Carlos Gardel, y de la que terminó finalmente haciendo profesión. 

Escogido el camino de la canción popular, tomó lecciones con la soprano Elvira Colonese, cantante lírica que encauzó técnica y profesionalmente sus naturales condiciones, comenzando en 1929 a trabajar en Radio del Pueblo. Allí fue estribiliista de casi todas las orquestas que desfilaban por la emisora, presentándose ya con el nombre de Pierrot, Hugo Font o Carlos Cáceres. 

Antes había actuado en un cuarteto de voces junto a Emilio Castaing y Mario y Martín Podestá; luego integró el trío París, y posteriormente formó el dúo Acuña-Del Carril, ya definitivamente adoptado el seudónimo de Hugo del Carril; grabó por ese tiempo (mediados de la década del '30) una serie de composiciones con la orquesta de Edgardo Donato. Después comenzó su carrera como solista, cuando el director Héctor Quesada lo llevó a Radio La Nación secundado por guitarristas (posteriormente el acompañamiento guitarrístico lo confió casi exclusivamente a los hermanos Puccio). 

En 1936 grabó en discos Víctor también como solista, con el marco de la orquesta de Tito Ribero, músico, arreglador y compositor que a partir de entonces se convertiría en su director y asesor musical. A fines de ese mismo año intervino en la película "Los muchachos de antes no usaban gomina", cantando el tango del director del film (Manuel Romero) con música de Francisco Canaro titulado Tiempos viejos. 

Su estampa, su simpatía, su dicción, su sonrisa y su voz hacen que Manuel Romero lo inicie, a partir de esa fugaz aparición, en el cine nacional, actividad que le proporcionó fama y dinero, al mismo tiempo que le dieron a su nombre y a su figura dimensión de ídolo. Títulos representativos y recordados del cine y de aquella época gloriosa de Hugo del Carril pueden ser, tratando de hacer una muy apretada síntesis, "Madreselva", "Gente bien", "El astro del tango", "Vida de Carlos Gardel", "La piel del zapa" y, más adelante, "La cabalgata del circo", "La cumparsita", "El último payador", "El ultimo perro", "El negro que tenía el alma blanca". 

Y paralelamente a esta actividad de actor se ha ido agigantando el cantor. Diversas radios, los más calificados escenarios porteños y las giras por el interior y América van extendiendo su éxito, su prestigio y su fama dentro y fuera del país, idolatría a la que ha contribuido enormemente el cine, tremenda estructura publicitaria que lo hace conocer en todas partes. 

El sello Odeón registra en sus placas todo ese bien escogido repertorio que la pantalla y el escenario difunden, y que afirman un estilo muy personal, muy gardeliano, de gran calidad y emotividad. Quedan, de esta manera, en el surco discográfico inmejorables versiones. 

De una gruesa lista tomamos algunos títulos como ejemplo: "Nostalgias", "Nada más", "Betinotti", "Como aquella princesa", "Percal", "Sosiego en la noche", "Desaliento", "Igual que ayer", "Pobre mi madre querida", "Al compás del corazón", "Nubes de humo", "Buenos Aires", "Tres esquinas". Sobre 1950 incursionó en el cine como director, otra de sus pasiones, iniciándose con "Historia del 900"; consiguió más adelante un justificado éxito con lo que sería su mejor trabajo: "Las aguas bajan turbias" (basada en el libro "El río oscuro", de Alfredo Varela). En toda esa década dirigió otros filmes: "La Quintrala", "Mas allá del olvido", "Una cita con la vida", "Las tierras blancas", "Culpable", "Esta tierra es mía", etcétera, que no alcanzaron el nivel y la repercusión de "Las aguas bajan turbias". 

Con respecto a esta actividad de Hugo del Carril de director, guionista o realizador, dice José Agustín Mahieu: «Hugo del Carril parece, en general, una víctima del medio que lo ha formado, incapaz de distinguir, por su incompleta formación cultural, los datos reales, no puede tampoco expresar sus intuiciones, insuficientemente claras para si mismo. 

Por eso su intención realista cae en la deformación melodramática o folletinesca.»("Breve historia del cine argentino", de José Agustín Mahieu, Eudeba, 1966, pág. 44). Claro, Mahieu es un crítico y especialista. Sin embargo debemos aceptar que el gran público captó su intuición, su sensibilidad y su intención, y aplaudió sin retaceos su trabajo, como realizador, como director y como actor. Y este perfil de su multifacética actividad artística deja algo positivo. 

Al menos los dos trabajos nombrados primeramente. Sus convicciones políticas, que lo acercaron decididamente al peronismo, le provocaron un enfrentamiento con muchos sectores artísticos adversos a Perón, que por ese motivo le restaron importancia a su obra y lo aislaron en el afecto y en la amistad, máxime cuando grabó la popular marcha "Los muchachos peronistas", registro que con el tiempo quedaría como símbolo de ese movimiento político. 

Después de 1955 vivió un tiempo en México, prácticamente resistido en su patria y en lo que había sido su mundo del espectáculo. Siguió cantando y siguió filmando en los años '60, pero los tiempos del esplendor artístico habían pasado. Se presentó, aunque esporádicamente, en algunas temporadas teatrales, en alguna película. Encaró diversos negocios al margen del espectáculo, en los que le fue mal, resintiéndose su situación económica, al punto de tener que retomar su actividad de cantante; hizo algún trabajo en televisión, grabó discos, pero sin el nivel de lo que había logrado en los años '40 y '50, aunque el público le siguió dispensando su aplauso y su cariño.

Como cuando el jueves 6 de marzo de 1980, al debutar en Caño 14, debió cantar 57 minutos seguidos por imposición de un público enfervorizado. Y otra inequívoca demostración de esa adhesión y afecto se la reiteró Buenos Aires unos años después, cuando, invitado por la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de la Ciudad, ofreció un ciclo de recitales de canto en el Centro Cultural San Martín. Hugo del Carril fue además un hombre de una corrección ejemplar. Mientras dispuso de medios acudió en ayuda de cuanto colega lo necesito. 

Y su palabra, su amistad y su consejo estuvieron siempre al lado de los jóvenes, a quienes asistió con su experiencia y su solidaridad. Siempre puso el gesto amistoso y cordial por sobre las diferencias que en algún momento lo hirieron. 

Esa hidalguía, unida a su simpatía y a su apostura (una especial mezcla de porteñidad y criollismo), más sus condiciones artísticas, contribuyeron para ratificar el adjetivo de ídolo popular que hemos elegido para esta nota como un merecido homenaje a su digna trayectoria.
Cargando...

Entradas populares

 

© Copyright TANGO DE MI ARRABAL 2010 -2011 | Design by Herdiansyah Hamzah | Published by Borneo Templates | Powered by Blogger.com .